saraha91
Mensajes : 36 Fecha de inscripción : 17/02/2012 Edad : 33 Localización : En Casiiita :)*
| Tema: Un Golpe del Destino..!! CAP. 6 Vie Sep 14, 2012 10:21 am | |
| CAP. 6 Darse cuenta
La noche había acabado, Katie abrió sus ojos y en lo primero que tropezaron fue la cara de Park Shi Hoo a escasos centímetros de la suya, mirándola con una sonrisa en sus labios tierna y de oreja a oreja. Rapidamente y inconscientemente tapó su cara y se giró hacia el otro lado de la cama. Por unos segundos se quedó intentando entender lo que estaba pasando y sin poder recordar nada disimuló y se enrolló en la sabana que les cubria a los dos hasta llegar al lado de Shi Hoo, al cual empujó haciéndole caer de la cama. Shi Hoo sin pronunciar palabra la seguía mirando con la misma sonrisa aún en sus labios, que ayer fueron prácticamente de ella. Sabiendo perfectamente la vergüenza que estaba pasando en esos momentos Katie, él la seguía con los ojos sin apartarlos. Le parecía de lo más linda actuando así y evitando que se notara su vergüenza.
Katherine cubierta en la sabana cogió su ropa que estaba tirada por el suelo y sin dirigirle la mirada siguió su camino hasta el baño. Abrió el agua de la ducha y la sintió fría sobre su cuerpo. El repentino contacto hizo que en un acto reflejo se apartara, moviéndose de su sitio, pero volvió y intentó poner el agua a una temperatura adecuada, dejándola caer sobre su pelo corto y oscuro.
Por otro lado, Shi Hoo, ya estaba vestido y sentado en un sofá de cuero gris que hacía conjunto con la decoración de su habitación. De pronto, Katie apareció por la puerta del baño, bien arreglada. Le miró y desvió la mirada nuevamente en busca de su bolso de mano, localizándolo y cogiéndolo. Shi Hoo se levantó de su sitio y sin previo aviso la abrazó por la espalda dejando caer su cabeza sobre su hombro, y susurró en su oído
- Vayamos a desayunar juntos.
Kathie que se quedó petrificada ante tal acto, encogió su cuerpo y entre dientes dijo..
Shi Hoo, sin entender nada, la soltó y se la quedó mirando con los ojos abiertos como platos mientras ella se dirigía hacia la puerta de la salida. Con un suspiro, puso en marcha sus pies y la siguió hacia fuera, cogiéndola por el brazo y haciendo que se girase a la fuerza.
- Dónde vas? – preguntó sin conseguir ninguna respuesta – vale, te llevo.
Katie le miró y enarcó una ceja. Guió su mirada hasta la mano de él y la volvió a subir hasta su cara, mirándole y respirando hondo soltó su brazo bruscamente y siguió su camino.
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Pasados tres días todo comenzaba a cambiar entre Ji Hwan y Nana. Ella empezaba a agobiarse estando tantas horas sola en casa sin poder verle, pero no decía nada, tampoco se quejaba ni nada. Sola lo aguantaba todo. Comer el desayuno hecho de sus manos cada mañana y tocar sus cosas le bastaba para sentir su presencia junto a ella. Él por su lado estaba alegre con tener su compañía, que le llenaba todo el vacío que sentía antes de conocerla. Aunque no podía estar con ella siempre, el beso que cada noche le daba cuando se la encontraba durmiendo en el sofá esperándole le daba energías para seguir trabajando y soportar todo el agobio de su entorno. Katie tampoco podía hacer algo por su amiga. Hacía todo lo que podía, siempre llamaba para saber su estado, deseando estar junto a ella en aquellos momentos, y lamentándose por estar tan ocupada incluso para visitarla. Por otro lado, Shi Hoo, como siempre, estaba ocupado con sus rodajes que no parecían acabar nunca, pero todo aquel tiempo llevaba pensando en la misma cosa, y la llevaba siempre en su mente: aquella mujer extraña que no parecía poder entenderla de ninguna forma. Lo había intentado todo pero sin poder satisfacerla nunca. En una mañana normal de trabajo, donde estaba en la grabación de un anuncio a las afueras de Seúl, sonó su móvil, su manager se lo llevó y él contestó perezosamente. Tras escuchar la voz que se encontraba al otro lado de la línea, la reconoció al instante. Como no hacerlo, cuando su voz no le abandonaba ni un solo instante, perpetua en sus pensamientos, acompañándolo allá donde fuera. Tosió ligeramente aclarando su garganta y siguió hablando.
- Hola – contestó
Shi Hoo, soy yo, Katie, querría invitarte a la celebración de mi nueva colección hoy por la noche en el hotel donde me hospedo, espero que vengas. Adiós. Espera…
Y sin darle tiempo a oponerse colgó. Shi Hoo miró su teléfono y se echó a reir. “Por eso me gusta” dijo con un hilo de voz mirando la pantalla.
Mientras tanto, Nana estaba sola en casa esperando la vuelta de Ji Hwan del trabajo. Estirada en el suelo y mirando el techo sin saber que hacer. Sonó el teléfono fijo de casa y con prisa se levantó y fue corriendo a contestar.
- Ji Hwan…
Nana, soy Katie ¿Es que nunca te cansas de llamarme? Lo siento, pero llamé a Ji Hwan y no parece tener el móvil Ji Hwan esta ocupado, no tiene tiempo para hablar con chicas, ni siquiera conmigo… - dijo, notándose molesta en su tono de voz. – ¿querías algo? Sí. Hoy por la noche tengo una fiesta en el hotel. Debéis venir.
Dejando el teléfono en su sitio, soltó un largo suspiro y dijo en voz alta “Siii!” volvió a coger el teléfono, pero esta vez marco el numero de Shi Hoo. Este no tardó en contestarle, Nana le contó sobre la fiesta de Katie y que quería que él trajera a Ji Hwang temprano a casa para que pudieran ir a la fiesta, ya que él aun no sabia nada sobre aquello. Él dijo que sí y ella colgó y se levantó corriendo a ver lo que pensaba ponerse aquella noche. Quería un vestido de gala para aquella noche pero no disponía de ninguno. Sin tardar mucho en encontrar una solución, volvó a llamar a Katie. Aquel día tenía que estar guapa. Haría cualquier cosa con tan solo conseguir una mirada de Ji Hwan, y no le bastaba con cualquier mirada, sino una que la satisfaciera, y que la hiciera sentir que por fin él iba a ser suyo. Que por fin había podido hacerle suyo.
Kathie, eres mi amiga, no? ¿Nana? Sí... ¿porqué? Mándame el mejor vestido que tengas, me lo quiero poner esta noche. Hecho, ahí lo tendrás.
Se tomó una ducha y mientras secaba su pelo aún, el timbre de la casa sonó. Llevando aún puesto su corto albornoz color miel, se encaminó hacia la puerta con pasos ligeros y ahí estaba un hombre con una caja en su mano. Enseguida pensó en Katie
- ¿De parte de Katherine?
Si. – dijo el hombre pasándole el paquete que sostenía.
Nana con ansias para ver que tipo de gusto tenía Katie a la hora de escoger vestidos, abrió la caja y se quedó de piedra. Era exactamente lo que quería. Le quedaría genial, como no, siendo una de las modelos más deseadas en el mundo de la moda. Sacándolo de la caja, se veía aun más hermoso y mejor. Sin pensárselo mucho más se dirigió a su habitación quitándose el albornoz que llevaba y se puso aquel precioso vestido. Estaba segura de que estaba hecho para ella, y que con él podría conseguir lo que quería de Ji Hwan aquella noche. Con una mirada de satisfacción en sus ojos, sacó los zapatos que habían con el vestido y se los puso. Se sentó en el tocador y se puso un poco de maquillaje. Arregló su pelo también. Miró la hora que era, ya empezaba a ser hora de que Ji Hwan llegara a casa. Puso una cara triste, temiéndose que no llegara a tiempo para la fiesta. Se escuchó el sonido de la llave contra la cerradura de la puerta. Supo ensegiuda que era él y se puso a saltar, arreglándose.
Entrando por la puerta, Ji Hwan la buscó con la mirada, acostumbrado a que ella le saltase encima nada más escucharle llegar. Se dirigió a su habitación, pero de pronto apareció ella por la puerta, con su melena dorada suelta sobre sus hombros, su maquillaje sensual que encajaba perfectamente con su vestido plateado corto. Aquel vestido marcaba sus curvas y pronunciaba aún más su erotismo. Aquel vestido destacaba un cuerpo fascinante, por el que toda mujer mataría. Más alla de su escote de infarto, su cintura de avista y de sus piernas largas que lucían aún más bellas y brillantes por los tacones de diamantes que acompañaban aquel vestido. Ji Hwan no podía apartar los ojos de ella, más alla de todo aquello, no podía quitar los ojos de su dulce y atractiva boca. No dejaba de destacar siempre. En aquel momento, deseaba sus labios más que nada. Siempre se disponía a hacer el papel de chico duro y bueno, que solo cuidaba de ella frente al mundo, pero justo en aquel momento se sintió débil delante de su encanto. Disimulando y intentando ocultar el deseo de tenerla entre sus brazos, habló.
- No es muy corto? – dijo aclarando su garganta, tosiendo ligeramente y rascándose la nuca.
Eh? – funció el ceño y miró sus piernas – ¿no te gusta? No… no es eso… me.. bueno.. me voy a cambiar.
Dejándola tras él, caminó hacia su habitación en busca de algo destacable para él. No podía parecer menos que ella. Le apetecía ver a la gente mirándoles y hablando sobre la buena pareja que hacían. Queria escuchar todo aquello, quería confesarle que la quería ahí mismo, pero no tenía el coraje para hacerlo. Tenia miedo de lo que podía venir tras aquello y que se olvidará de él tal y como hizo con su amiga. Le daba miedo. No podría aguantarlo, ya estaba muy enganchado a ella, con tan solo tenerla a su lado… si se atrevía a probar más de aquella dulzura, seguro sería su fin. Todo esto pasaba por su mente mientras se disponía a cambiarse la ropa.
Le sostuvo la mano y sin apartarle la mirada, la ayudó a bajar las escaleras de la salida de su casa, dirigiéndose hacia el coche.
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La terraza del hotel estaba repleta de gente importante. Habían desde directores de cadenas de televisión y revistas de moda, hasta actores y cantantes con un cierto prestigio, entre los cuales se encontraban nombres como Kwon Sang Woo, Won Bin, Hyun Bin, Lee Byung Hun, Kim Tae Hee, Song Hye Kyo, Lee Da Hae, Kang Ji Hwan y Park Shi Hoo ente muchos otros. Para las mujeres aquella noche era como una competición. Al igual que cuando en la alfombra roja no paran de competir sobre el mejor vestido, aquella noche había vestidos que quitaban el hipo de cualquier hombre.
Katherine estaba presente, ella no iba a ser menos que todas aquellas bellezas. Ella también tenía sus armas de mujer, y como diseñadora sabía lo que tenía que llevar para destacar y al mismo tiempo no parecer muy pretenciosa. Llevaba un corto vestido de color rojo, conjuntado con unos pendientes de diamantes rojos, un colgante de diamantes rojos, sus carnosos labios rojos y sus sandalias rojas. Visto así podía parecer un poco feo el conjunto, pero cuando Katherine lo llevaba, todo se volvía hermoso. Tenía que destacar, era su noche, y que mejor que usar un color llamativo?
Caminaba elegantemente por el lugar, con un delicioso coctel en la mano y hablaba con distinta gente que realmente no le interesaba. Aquella noche todas las miradas estaban puestas sobre ella, hasta que de pronto se desviaron a otra persona. Por fin habían llegado. Nana y Ji Hwan aparecieron cogidos del brazo por la puerta. Estaban esplendidos. Todos los hombres presentes se giraron a contemplarla mientras que las mujeres la envidiaban por tener un acompañante como Kang Ji Hwan. Ellos rápidamente la vieron y fueron a saludarla. Se quedaron hablando de esto y aquello, nada importante, cuando de pronto, algo llamó su atención. Detrás, al fondo, entre la multitud, un ángel caminaba hacia ellos. Rápidamente borró aquel pensamiento de su cabeza. No era un ángel, era tan real como ella misma… y era el hombre con el que se había acostado hace poco. Se saludaron incómodamente y él se incorporó a la conversación.
Nana que tenía a Ji Hwan sujetado por el brazo y no le soltaba, estaba callada, pensativa, como si quisiera acordarse de algo. Algo que vino a su mente cuando vió que su amiga se sonrojaba un poco cada vez que su mirada se cruzaba con la de Park Shi Hoo. Había escuchado un día a Shi Hoo contárselo a Ji Hwan, así que suponía que no era ningún secreto.
- Ya lo se todo – dijo con un tono pícaro en su voz
Todos se pusieron tensos ¿Qué era lo que sabía? Katherine rápidamente la atravesó con la mirada y Ji Hwan le apretó el brazo, temiéndose lo peor.
- Se que Katie y Park Shi Hoo se han acostado!! Él te lo dijo el otro dia! – dijo mirando a Ji Hwan
Callate…. – le dijo él en un susurró. – no lo hagas… ¿Hacer el que? Oh si!! Y Katie le dijo que la tenía pequeña!! Por eso se acostaron! ¿Es verdad katie? – preguntó Nana inconscientemente después de haber metido la pata hasta el fondo.
Katherine no podía esconder su sonrojamiento. Por fin se acordaba! No sabía hacia donde mirar, y por una fracción de segundo le miró a él, que estaba también avergonzado y la miraba. Ella no podía aguantarle la mirada. Ji Hwan cogió a Nana por los hombres y le decía que no siguiera hablando, pero mientras lo hacía, una mujer muy atractiva pasó junto a ellos, y sin darse cuenta él la siguió con la mirada. No lo podía evitar, al fin y al cabo, también era un hombre. Nana ofendida al ver que estaba hablando con ella pero se giraba a ver otras mujeres lo empujó a la piscina, haciendo que este perdiera el equilibrio y cayera, no sin antes, cogerla por el brazo y tirarla con él.
Los dos cayeron a la piscina y todo el mundo les miraba. Estaban empapados y Nana gritaba en el agua.
- Si tanto te gusta esa mujer porque no le pides que te acompañe??!!! No puedes ir mirando a otras mujeres si estoy yo delante!! No puedes aunque yo no esté delanteee!!! Tú eres mio!
Ji Hwan nadó hacia ella y le tapó la boca con la mano, acercándose mucho a ella y poniéndola nerviosa ante su imagen mojada. Estaba tan sexy mojado de aquel modo y respirando hondo.
- Tuyo..? – preguntó arqueando una ceja
Nana simplemente asintió, no podía hablar, la mano de Ji Hwan seguía sobre su boca.
- Vamonos a casa… - dijo sensualmente en el oído de ella, rozando sus labios contra la piel de su mejilla y golpeándola con su respiración.
Nana no podía hacer nada, como si estuviera embrujada solo obedeció. Mientras la multitud miraba lo que estaba pasando, Katherine y Shi Hoo seguían ahí parados, uno delante del otro. Katherine muerta de vergüenza finalmente hablo en susurros, suficientemente audibles para que él lo escuchara.
- P—Perdona… no me acordaba de nada – y salió corriendo, huyendo de aquella humillación.
Llegó corriendo al Hall del hotel y puso sus manos en su rostro, dejando una pequeña lagrima caer. Nunca había pasado tanta vergüenza ni la habían dejado tan mal. Si no fuera porque es Nana seguramente se vengaría. Pero no podía hacer nada. Secó aquella pequeña lagrima y a lo lejos vio venir a Nana y Ji Hwan, empapados.
- Nos vamos a casa… siento mucho lo ocurrido – se disculpó Ji Hwan
No.. tranquilos… - dijo ella muy a su pesar. Lo siento. – dijo Nana antes de desaparecer por la puerta de salida.
Sintiendo mucha fatiga decidió abandonar la fiesta y irse a su suite. No quería verle, pero mientras esperaba el ascensor alguien la llamó a lo lejos. Se giró para encontrarse con nada más y nada menos que el motivo de su vergüenza.
- Espera… - dijo él mientras recobraba su respiración, agitada por haber estado corriendo.
Las puertas del ascensor se abrieron, y él la cogió por la muñeca y la empujó dentro. Una vez dentro, Katherine se suelta y pulsa el numero del piso al cual pretendía ir. Pero él la agarra nuevamente y la gira, haciendo que le mire.
- Que has dicho..? – pregunta mirándola a los ojos
Basta… ya me has oído – intentando soltarse y desviando la mirada .
Finalmente Shi Hoo la suelta y ella se gira mirando a otro lado, sintiendo como su corazón latía sin frenos y intentando calmarse. No quería aceptarlo, pero estar cerca de aquel hombre la ponía nerviosa y en aquella situación aún más. Llegaron a su destino, y ella se bajó, seguida por él, que no parecía querer irse. Se encontraban frente la puerta de la suite, y Katherine la abrió, entrando y mirando a Shi Hoo que parecía pedir permiso con la mirada. ¿Por qué querría entrar? ¿acaso él sentía también algo por ella? No lo sabía, pero si había una forma de averiguarlo. Katherine estiró el brazo, cogiéndole de la manga de su traje y lo guió hacia adentro lentamente, mientras los dos se miraban, sin apartar la mirada ni parpadear un segundo.
Sintiendo el calor del momento, Katherine lo apoyó contra la pared, colocando sus dos manos sobre el cuello de su camisa y apoyando su cuerpo sobre el de él, de puntillas acercándose a sus labios para besarlo. Si el correspondía a ese beso, significaría que también se sentía atraído por ella, pero si la rechazaba… Prefería no pensar. Cerró sus ojos y cuando sus labios iban a posarse sobre los de él, él habló.
- ¿Estás borracha otra vez? – preguntó con un tono frio.
Katherine no se esperaba tal respuesta y se siente dolida. No pretendía parecer una guarra… simplemente aquel hombre hacía que perdiera el control de si misma. Shi Hoo se dio cuenta de lo que había hecho, notando dolor en los ojos de Katherine que lo empujaba fuera de la habitación y se disponía a cerrar la puerta. Le brillaban los ojos… como si fuera a llorar. Ni ella misma sabía porque estaba tan sensible. Antes de que pudiera cerrar la puerta por completo, Shi Hoo la empujó, abriéndola y encontrándose con Katherine mirándole, con los ojos cristalinos y su mirada se posó sobre sus labios rojos. Katherine no tuvo tiempo de parpadear cuando Shi Hoo se tiró encima de ella, cerrando la puerta tras él y besándola mientras sus manos subían y bajaban por la espalda de ella, bajándole la cremallera del vestido y cayendo los dos sobre la cama. Shi Hoo la besaba desenfrenadamente pero con delicadeza mientras ella posó sus manos sobre su pecho. De pronto, uno de los dedos de Shi Hoo, removió una lagrima que acababa de salir de los preciosos ojos de Katherine y se separo para mirarla. Como la otra noche… así.. debajo suyo… parecía tan diferente a la mujer fiera que conocía. Aquella mujer que no necesitaba la ayuda de nadie… ¿Cuánto habría sufrido para acabar así..? Se veía tan indefensa en aquel momento… Shi Hoo le besó la lágrima y luego besó sus ojos, para luego seguir haciendo lo que habían empezado.
Por otro lado, Nana y Ji Hwan habían llegado a casa. Ji Hwan abrió la puerta y Nana entro primero, enfada y se sentó, mojada como estaba, sobre el sofá. Ji Hwan que no sabe que hacer y se siente mal, decide ponerse frente a ella y mientras ella lo mira, empieza a quitarse la camisa sensualmente, como haciéndole un striptease, intentando revivir su memoria.
- ¿Te acuerdas? - bromeó mirándola mientras disimulaba no hacerle caso.
Que mal lo haces!! – dice de pronto y se levanta, dispuesta a enseñarle como se hace
Nana empieza a mover sus caderas mientras acaricia su cuerpo mirándole. Empieza a levantar su vestido, cuando de pronto siente unas fuertes manos sujetándola. Ji Hwan la mira y con la misma sonrisa pícara que tenía en la piscina la coge fuertemente, girándola y pegando la espalda de ella contra su pecho. Con una mano le retira el cabello de los hombros y mientras la aprieta más contra su cuerpo, sintiendo su nerviosismo, le da un pequeño beso en el cuello.
- ¿Y si… nos vamos a la ducha? – susurra mientras suavemente continua dejando pequeños besos sobre el cuello de Nana, notando como esta se estremece a cada contacto de sus húmedos labios contra su tibia piel.
Nana asiente y Ji Hwan la coge por la mano, caminando de espaldas, con ella de frente mirándole, guiándola a la ducha con una sonrisa en los labios. Una vez dentro, Ji Hwan se pega a ella y suavemente empieza a deshacerse de su vestido, mientras ella lo mira, sin hacer nada. Ji Hwan se deshace de sus ropas y de las de Nana y los dos se meten en la ducha. El agua cae recorriendo sus cuerpos y mojándolos. Nana que parece aún no entender que pasaba, poco a poco empezaba a darse cuenta de donde estaba, y aquello no le desagradaba. Sintió los labios de Ji Hwan posarse lenta y suavemente sobre los suyos y correspondió al beso. Un beso corto, en el que Ji Hwan sonriendo los acarició con su dedo pulgar y dijo “no sabes cuanto hace que deseo estos labios” Nana sonrié y le besa, sin palabras, pero dándole a entender que podía tenerlos las veces que quisiera. Los besos intensificaban mientras cada uno enjabonaba el cuerpo del otro. Ji Hwan besaba cada uno de los rincones por los que su mano pasaba, explorando cada pequeño rincón de aquel cuerpo del pecado, mientras que Nana hacía lo mismo. Cuando hubieron acabado, Ji Hwan la cogió en brazos volviéndola a besar y se la llevó de ahí, desnuda, como había llegado al mundo, posándola sobre su cama y subiendo él encima, besándola sin parar. Ambos acariciaban el cuerpo del otro dándole placer y la habitación se llenó de respiraciones agitadas y gemidos, siendo testigo de la pasión de aquella pareja que aquella noche consumaba su amor. | |
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